En octubre de 2006, la agencia Reuters informó de que en la localidad de Ranchi (India), los habitantes habían huido por la irrupción en el poblado de una manada de elefantes. Buscaban el cuerpo sin vida de una hembra que cayó en un canal de irrigación en el que murió ahogada. El cadáver había sido enterrado ya por los vecinos, pero los elefantes continuaron buscando durante tres días, destrozando a su paso cosechas y cabañas. Ese mismo año se publicaron las primeras imágenes de cerebros de elefantes. Los resultados mostraron un hipocampo de proporciones asombrosas y sabemos que el hipocampo es, precisamente, una zona estrechamente relacionada con el procesamiento de las emociones y la memoria.
Por Pablo Herreros Ubalde. Primatólogo y etólogo. Presidente de la Asociación Española para la Investigación de la Evolución Humana y el Comportamiento Animal (AEHCA). Investigador del Parque de la Naturaleza de Cabárceno (Cantabria)
No es sencillo argumentar sobre la existencia de las emociones en animales, puesto que no es posible observarlas a través de un microscopio. Afortunadamente hay avances tecnológicos como la resonancia magnética que nos permiten ser más precisos. Las estructuras cerebrales y las sustancias químicas asociadas son comunes a reptiles, aves y mamíferos por lo que, potencialmente, todos ellos pueden tener experiencias emocionales. En experimentos en los que se acaricia cariñosamente a ratones e iguanas, el ritmo cardíaco y la temperatura corporal aumentan en ambos, y estas son respuestas fisiológicas que están claramente asociadas con el placer en los humanos.
También existen paralelismos en los comportamientos implicados. En un experimento clásico, si un macaco observa cómo cada vez que come otros macacos sufren una descarga eléctrica en una jaula próxima a él se negará a ingerir alimento alguno durante siete días aproximadamente. Lo mismo ocurre con ratones.
Los delfines prestan ayuda a los congéneres enfermos a ascender a la superficie para tomar aire cuando les cuesta hacerlo por sí mismos y por su parte los elefantes reconocen los restos óseos de miembros de su especie. En varias especies de primates, si alguno muere, sus compañeros dejan de comer un tiempo y emiten unos sonidos que nos recuerdan a la angustia humana.
Estas conductas son frecuentes entre mamíferos, donde cada individuo es relevante para la supervivencia del grupo. Las emociones favorecen a los organismos ayudando a decidir lo conveniente o no de una situación. Son fundamentales en la cohesión entre miembros de la especie y regulan los encuentros sociales, permitiéndoles así responder de una manera adaptativa y flexible.
En Sudáfrica, decenas de rinocerontes murieron debido a varios ataques de elefantes en los últimos años. Esto no se había observado con anterioridad. Todos los agresores eran adolescentes que habían presenciado la muerte de sus madres por armas de fuego. La agresividad y el comportamiento asocial son síntomas asociados al estrés post-traumático. Los estudios han señalado la separación prematura de los elefantes adultos como causa probable de esta patología ya que tras introducir miembros ancianos al grupo la violencia cesó.
Darwin estaba seguro de que existe una continuidad entre animales y humanos, tanto en aspectos físicos como mentales, pero sus observaciones fueron obviadas durante décadas, debido a prejuicios antropocéntricos. El ser humano era el único capaz de sentir emociones. En la actualidad, la cantidad de investigaciones acumuladas es tal, que hacen imposible sostener esta idea por más tiempo. Todo indica que, al igual que las personas, los animales poseen una intensa vida emocional.
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