En el año 1957, el laboratorio alemán Chemie Grünenthal descubrió una molécula que aliviaba las náuseas de los primeros meses del embarazo, la talidomida. Pocos años más tarde, en 1962, aquel medicamento se prohibía oficialmente en Europa tras comprobarse su capacidad para causar defectos congénitos en los fetos de las mujeres que lo tomaban. Las malformaciones también se daban en hijos de hombres a los que se les había suministrado el fármaco para otro tipo de dolencias. Medio siglo más tarde, el Real Decreto que reconocerá las indemnizaciones a aquellos niños que nacieron sin brazos ni piernas ya está casi listo.
La talidomida se sigue utilizando en la actualidad en enfermos de lepra y otras enfermedades como ciertos tipos de cáncer, pero nunca en pacientes embarazadas.
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