Nos gusta Scrooge, porque sigue con su vida los días de Navidad igual que si fueran días normales, y porque no se deja arrastrar por la paranoia de supuesta bondad y felicidad a la que hay que sucumbir estos días. En mi Cuento de Navidad particular Scrooge echa a patadas a esos fantasmas navideños, pesados, cursis y aburridos sin contemplaciones. Hay fantasmas que son unos plastas, el espíritu navideño es el más pesado de todos.
Me declaro fan incondicional de Mr. Scrooge. No por sus actividades como usurero, que, ciertamente, lo era, sino por plantarle cara a la hipocresía que reina en estos días de mierda. Puede que alguien se rasgue las vestiduras y piense: “¡Qué burrada de comentario!”. Es posible que lo sea, pero creo que manifiesto en alto lo que muchos pensamos y nadie se atreve a decir -salvo en blogs como éste- por temor a parecer una suerte de amargado. Odio la Navidad. ¿Y qué?
ResponderEliminar