Después de la llorada muerte del presidente polaco Lech Kaczynski y toda su comitiva en accidente aéreo se está haciendo público el debate sobre si fue precisamente Lech Kaczynski quien orrdenó el aterrizaje en unas condiciones extremadamente peligrosas del avión en el que viajaba. Según cuentan algunos medios no habría sido la primera vez en la que el presidente ordenaba un aterrizaje del avión presidencial desoyendo las recomendaciones de los pilotos del mismo y las de los controladores de los aeropuertos a los que se dirigian, poniendo así en peligro su vida, la de su comitiva y la de la tripulación. En 2008 los pilotos de Kaczynski, que se dirigía entonces a Georgia, desviaron el avión a Azerbaiyán debido al mal tiempo, tras lo cual estuvieron a punto de ser despedidos por desobedecer las órdenes, y solo los salvó la intervención del ministro de Defensa. Habrá que esperar a que los contenidos de las cajas negras se hagan públicos, pero lo que ya ha trascendido es que tanto pilotos como personal de control de tierra desaconsejaron el aterizaje por considerarlo extremadamente peligroso. Quizá alguíen hubiera teneido que decir: "no, Sr Kaczynski, este avisón no va a aterrizar ni aquí ni ahora, se ponga usted como se ponga". Al parecer los requerimientos imperativos de Kaczynski derivaban de las complejas relaciones políticas entre Polonia y Rusia de los últimos tiempos. De nuevo, el apestoso y nauseabundo aliento de la política, se huele, está vez con muertos como víctimas.
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Se lo han cargado los rusos. Sabrina y yo lo sabemos.
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