Cruzar mares helados, subir montañas infinitas y sumergirse en la inmensidad oceánica es algo reservado sólo a unos maravillosos temerarios privilegiados. Si pienso en sus motivaciones se me ocurre que quizá sea la posibilidad de experimentar sensaciones tan extremas que impliquen un viaje al interior de uno mismo, y que tras esas aventuras se halle el deseo de bucear en lo más recóndito del ser humano para lograr hacer cima en su propia alma. Pero, ¿quién les guía silenciosamente cuando sus vidas están al límite? Seguid en este blog el reportaje que ya tenéis completo en vuestro kiosco en el número de este mes de la revista Más Allá de la Ciencia.
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